“Diablo”. Esta exclamación hecha con ligereza es, sin embargo, un nombre temible, el de Satanás. Aunque para los incrédulos el diablo es solo una leyenda, la Biblia es clara sobre la existencia y la actividad de este ser espiritual opuesto a Dios. Es el enemigo a través del cual el mal y el pecado entraron en el mundo, después de la creación del hombre (Génesis 3). Satanás también es llamado “padre de mentira” (Juan 8:44) y “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4).
Actúa influenciando a los hombres. Como criatura angelical caída, es el “príncipe de la potestad del aire”, es decir, domina y dirige las corrientes de pensamiento de este mundo (Efesios 2:2). El título “príncipe de este mundo”, mencionado por el mismo Señor Jesús (Juan 14:30), nos ayuda a comprender cómo, durante mucho tiempo, Satanás ha dominado a la humanidad por medio del pecado: mentiras, crímenes, delitos, guerras reinan en la sociedad. Dios dio la tierra a los hombres para que la administraran (Salmo 115:16). El estado desastroso de nuestro planeta y de la humanidad demuestra el fracaso de los seres humanos que escucharon a Satanás.
Pero Jesús, el Hijo de Dios, vino a la tierra para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8). Por medio de su muerte en la cruz y su resurrección, lo derrotó definitivamente (versículo citado). Satanás fue vencido, pero Dios aún le permite actuar dentro de ciertos límites y durante un periodo de tiempo concreto. Los que han recibido a Jesús como su Salvador no tienen nada que temer, porque están del lado del vencedor, Jesucristo.