La creación salió perfecta de las manos del Creador (Génesis 1:31). Entonces Dios encomendó al hombre la tarea de administrar la tierra. Pero el hombre desobedeció a Dios desde el principio. Y por ello toda la creación se corrompió. El desorden y la desgracia invadieron el planeta. ¿Quién puede negar esto? Las desviaciones morales del hombre rebelde han hecho que “toda la creación” gima (Romanos 8:22).

Los avances técnicos han aportado muchas mejoras a la condición humana. Sin embargo, las tristezas y angustias ante la muerte permanecen. Y aún más porque la Biblia nos dice: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Entonces pretendemos negar la muerte, olvidarla, o quizá despreciarla. Pero, ¿esta es la solución?

La única forma de liberarnos de este terrible temor es escuchar a Dios. Él nos dice claramente por qué existe la muerte: “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Pero como Dios nos ama, también nos dice cómo hallar la paz frente a la muerte, y cómo poseer la vida eterna: Jesucristo, el Hijo de Dios, murió en la cruz por nuestros pecados, sufrió en nuestro lugar el castigo que nosotros merecíamos. “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). “Vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios… tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13).