La Buena Semilla: Martes 1 Septiembre
Martes
1
Septiembre
Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos… rogándole que viniese y sanase a su siervo.
Lucas 7:3
Te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo; y sucede que un espíritu le toma.
Lucas 9:38-39
Jairo… le rogaba que entrase en su casa; porque tenía una hija única… que se estaba muriendo.
Lucas 8:41-42
Te ruego que veas a mi hijo

Jesús siempre anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él (Hechos 10:38). Cuando un enfermo iba a él, Jesús solía preguntarle: “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6). Esta pregunta puede parecer extraña, pero si la asociamos con la enfermedad mortal del pecado, debemos reconocer que somos pecadores e incapaces de salvarnos a nosotros mismos. Entonces el Señor puede intervenir y hacer el milagro de la conversión.

En los textos citados del encabezamiento, son los parientes o amigos del enfermo quienes interceden ante Jesús por su ser querido. Todos tenemos amigos, parientes y vecinos que aún no son salvos. Presentémosles al Señor mediante la oración. Dios es misericordioso y desea respondernos. Él escucha nuestras súplicas y espera que perseveremos en oración con fe. Quiere que todos se salven. ¡No nos desanimemos!

En estos versículos también se repite la expresión “único”, resaltando así el afecto que unía a estas personas. ¿Amamos sincera y profundamente a las personas por las que oramos? Quizás algunas de ellas nos hayan lastimado; entonces perdonémoslas, sabiendo que tal vez aún no tengan el amor de Dios en su corazón. El Señor nos anima a amarlas, a pesar de todo.

“¿Quién, pues, podrá ser salvo?… Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19:25-26).