A principio de año solemos intercambiar buenos deseos. Con frecuencia se expresa el deseo de «vivir el mayor tiempo posible con buena salud». Sin embargo, las estadísticas muestran que cada segundo muere más de un ser humano en el mundo. ¿Se ha tomado el tiempo para prepararse? Intentamos aplazar la hora de la muerte, la cual sigue siendo el “rey de los espantos” (Job 18:14) para todos los que no tienen la salvación y la paz en Jesús.

Se dice que la reina Isabel 1. a de Inglaterra, en sus últimos momentos, estaba dispuesta a ofrecer su inmensa fortuna a quien pudiera darle un minuto más de vida.

El tiempo es como un río que fluye sin que pueda detenerse. Nos arrastra hacia nuestra «última hora». Allí el resultado de las decisiones de vida que hayamos tomado quedará sellado definitivamente:

– Felicidad eterna en el cielo con el Señor, si lo hemos aceptado como nuestro Salvador.

– Desdicha eterna lejos de él, si lo hemos rechazado.

Dios quiere que todos los hombres sean salvos, y les ordena que se arrepientan (1 Timoteo 2:4; Hechos 17:30). Su bondad manifestada en Jesús nos invita a arrepentirnos. ¿Y mañana? ¡Nuestro futuro eterno depende de nuestra obediencia a Dios!

En Francia se encuentra un reloj de sol que lleva esta inscripción: Suprema haec mortis forsan tibi («Esta hora puede ser la última hora, la de tu muerte»).

¡Crea en Jesús ahora!