Una mañana el profesor dio a cada alumno un globo blanco para que lo inflara; luego les pidió que escribieran su nombre en él. A continuación, toda la clase se dirigió al gimnasio; a la señal del profesor, los niños soltaron los globos y, tras un buen vuelo, estos aterrizaron por toda la sala. El profesor dio 5 minutos para que cada alumno encontrara su globo, así que los niños corrían de un lado a otro, buscando ansiosamente su nombre. Pero cuando el tiempo terminó, pocos habían encontrado el suyo… Entonces el profesor les explicó que volvería a hacer el ejercicio, pero esta vez cada uno recogería el globo que tuviera más cerca y se lo entregaría a su dueño. En menos de 2 minutos, ¡todos tenían el suyo!
El objetivo de este juego colectivo era mostrar a los niños que es mejor trabajar juntos que solos. Nadie puede encontrar rápidamente lo que busca si actúa solo, con egoísmo. En cambio, si todos se ayudan, es más fácil que alcancen su objetivo.
Este principio se encuentra en la Biblia. Cristianos, pensemos en los demás antes que en nuestros propios intereses:
– “Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Pedro 1:22).
– “Servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13).
– “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros” (Colosenses 3:13).
– “Orad unos por otros” (Santiago 5:16).
– “Sobrellevad los unos las cargas de los otros” (Gálatas 6:2).