En la Biblia, Dios es llamado “el Juez de toda la tierra” (Génesis 18:25). A lo largo de ella encontramos expresiones similares: “Hay Dios que juzga en la tierra” (Salmo 58:11); Dios es “el Juez de todos” (Hebreos 12:23).
Después de nuestro paso por esta tierra, cada uno tendrá que comparecer ante un tribunal (Hebreos 9:27). Pero hay una gran diferencia entre los que hayan recibido a Cristo como Salvador y los que no hayan creído en él.
– El que cree “tiene vida eterna; y no vendrá a condenación” (Juan 5:24). Su nombre está escrito “en el libro de la vida” (Filipenses 4:3). Todos los creyentes tendrán que comparecer ante el tribunal de Cristo, pero no serán condenados, porque Cristo sufrió el castigo que ellos merecían. Sus hechos, sus palabras, incluso sus pensamientos y sus motivaciones, saldrán a la luz. Por algunas cosas sufrirán “pérdida”; por otras, producidas por la gracia divina, recibirán “recompensa” (1 Corintios 3:14-15).
– Los que mueran sin haber aceptado la gracia de Dios comparecerán ante su tribunal. Todo lo que hayan hecho será mostrado por la luz divina, y no resistirá la santidad de Dios. Al no estar escritos en el “el libro de la vida” (Apocalipsis 20:15), serán condenados, y su juicio será inmediato y definitivo. Ya no habrá más gracia para ellos. Sin embargo, aún hoy, esta gracia es ofrecida a todos los habitantes de la tierra.