Uno de los versículos de hoy habla de los profetas del pasado que rechazaron al Dios verdadero e incitaron a su pueblo a adorar estatuas de madera y piedra. Pero este texto también se aplica a nuestro tiempo: describe el punto de vista materialista actual, que nace de un alejamiento total de Dios. Esta corriente filosófica pretende explicar el mundo negando la existencia de un Creador.
Los materialistas enseñan que nuestro origen, y por lo tanto nuestra existencia, provienen del azar y de la materia, como los antiguos profetas que ponían su confianza en “un leño” y en una “piedra”. El Dios de la Biblia es ignorado como Creador, ¡pero también como Juez! Si no soy más que materia, ¿quién podría, después de la muerte, hacerme responsable? ¡Ya no tendría que rendir cuentas a Dios! Así el hombre ha evitado este asunto, pensando que se ha liberado de él definitivamente. Por esta razón los conceptos materialistas y evolucionistas son tan populares. Y ello a pesar de que sus hipótesis requieren más “fe” que la Biblia. ¿Quién creería, por ejemplo, que un computador se hizo a sí mismo? Sin embargo, hay quienes creen que el cuerpo humano, con su complejo y armonioso funcionamiento, apareció por casualidad tras un largo proceso de evolución.
Reflexionemos: en el momento de la muerte, ¿qué nos dará paz y confianza? ¿La oferta de gracia del Dios de la Biblia o las teorías humanas? Jesucristo nos dice: “El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47). ¡Aceptemos hoy esta oferta!