Los cristianos deseamos identificarnos con Jesús, aunque sintamos que no somos dignos. Sometiéndonos a su autoridad, nos reunimos en su Nombre, porque el Señor Jesús ha prometido estar en el centro de nuestra reunión.

Convencidos de que la Iglesia (o asamblea) de Dios está formada por todos los creyentes, llevamos un nombre que puede aplicarse a todos los hijos de Dios: cristianos…

Creemos en la inspiración divina de la Biblia, la cual reconocemos como la Palabra de Dios. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Convencidos de la autoridad absoluta de la Palabra de Dios y de la perfección de sus enseñanzas, los cristianos creemos en la unidad de “la iglesia del Dios viviente”, que es “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15).

Creemos que la Iglesia de Dios fue formada en la tierra por el Espíritu Santo el día de Pentecostés, y que incluye a todos los que son hijos de Dios por la fe en Jesucristo. En efecto, todos los creyentes fuimos bautizados “por un solo Espíritu”, para ser “un solo cuerpo” (1 Corintios 12:13).

Creemos que el Cuerpo de Cristo es un organismo vivo, formado por miembros que están unidos de manera definitiva: “un cuerpo en Cristo” (Romanos 12:5).

Los cristianos también nos reunimos sencillamente como miembros del Cuerpo de Cristo, en torno a él.