Cierto día, en Charleston, Estados Unidos, un terremoto despertó a sus habitantes. En una familia los niños y los jóvenes, resguardados, temblaban de miedo, mientras su madre permanecía tranquila. Uno de ellos le preguntó:
–¿No tienes miedo?
–No, respondió ella, me alegra saber que tengo como Padre a un Dios poderoso que puede sacudir incluso la tierra.
Los cataclismos y los cambios climáticos pueden ser aterradores. Los científicos intentan explicarlos y predecirlos para controlar sus efectos. Para nosotros, los cristianos, nuestra confianza está en Dios. La Biblia registra varias ocasiones en las que Dios hizo temblar la tierra, especialmente en el momento de la muerte y la resurrección del Señor Jesús (Mateo 27:51; 28:2). Dios habla a la humanidad a través de catástrofes pasadas y presentes; además, anuncia futuros desastres. Dios es el Amo del universo y ama a sus criaturas. Les advierte que el día de su gracia terminará pronto, y que luego llegará el día de su ira.
Su gracia aún ofrece el perdón a todos los que creen en su Hijo Jesucristo. Él vino a morir en la cruz para quitar los pecados del mundo. A los que buscan refugio en él, les dice: “Los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia” (Isaías 54:10).
Refúgiese en Cristo, el Salvador del mundo… su Salvador, si cree en él.