La Buena Semilla: Viernes 21 Agosto
Viernes
21
Agosto
Los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.
Mateo 27:39-40
Verdaderamente este es el Salvador del mundo.
Juan 4:42
Salvarse a sí mismo, o salvarnos a nosotros (1)

Jesús soportó las burlas de los que pasaban junto a la cruz y le decían: “Sálvate a ti mismo… desciende de la cruz”. Repetían las palabras de Jesús, tergiversándolas. Él no había dicho que destruiría el templo, sino que estaba pensando en su resurrección, diciendo que si los hombres destruían su cuerpo, él lo resucitaría en tres días. Los burladores lo desafiaron a salvarse sin pasar por la muerte. Insinuaron que, permaneciendo en la cruz, demostraba que no era el Hijo de Dios. Pero permaneció allí porque esta era la voluntad de Dios su Padre.

El plan de salvación de Dios implicaba que Jesús tomara sobre sí mismo, en la cruz, el pecado de los seres humanos, antes de resucitar y de ser el Salvador vivo en el cielo. Los burladores eran movidos por el diablo, que se oponía a este plan. Cuando el Señor anunció a sus discípulos que iba a morir, Pedro le dijo: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”. Tal pensamiento procedía de Satanás (Mateo 16:22-23).

Jesús debía ser el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Debía morir, “y resucitar después de tres días” (Marcos 8:31; Lucas 24:46). Jesús había orado: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39). Beber esta copa era sufrir el juicio de Dios contra el pecado, en nuestro lugar. Solo el “Hijo de Dios” podía hacer eso, para ser el Salvador del mundo.

(continuará mañana)