Corrie ten Boom (1892-1983) fue deportada a Ravensbrück, porque ella y su familia habían escondido judíos. Después de la guerra, hablaba mucho del perdón de Dios. Ella misma había perdonado a uno de los guardias del campo de Ravensbrück, que la había maltratado.
Sobre los pecados perdonados escribió: «Cuando confesamos nuestros pecados, Dios los echa a las profundidades del mar, y desaparecen para siempre… Creo que entonces Dios pone allí un cartel que dice: Prohibido pescar».
Sí, cuando Dios perdona nuestros pecados, ¡lo hace completamente! No tenemos que sacar a la superficie nuestras malas acciones, acusándonos constantemente. Aceptemos su perdón y su gracia perfecta, dirigiendo nuestra mirada a la cruz donde Dios no perdonó a su Hijo, haciéndole sufrir el castigo que nosotros merecíamos. Limitar la extensión y la profundidad del perdón de Dios sería socavar el valor infinito del sacrificio de Cristo.
Si usted aún tiene dudas, escuche este mensaje: “Venid luego, dice el Señor, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos” (Isaías 1:18).
Si nos estancamos en la vergüenza y los sentimientos de indignidad, también nos privamos de la libertad que nos da el perdón de Dios para servirle de todo corazón. Pidamos a Dios que nos ayude a creer plenamente en su perdón. Recuerde que él echó sus pecados al fondo del mar.