El doctor H. Kelly (1858-1943), profesor en Estados Unidos, dijo: «Nunca he hallado un hombre que conozca realmente la Biblia y la rechace. La dificultad siempre ha sido una falta de voluntad para ponerla honestamente a prueba». Jesús dijo: “No queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40). Pero, ¿cómo ponemos a prueba la Biblia, si no la aplicamos a nuestra propia vida y no nos sometemos de todo corazón a lo que ella nos dice? Esto fue lo que hizo el doctor Kelly:

«Creo que la Biblia es la Palabra de Dios, inspirada en un sentido totalmente distinto al de los libros humanos… Tengo esta seguridad porque, al hacer de ella mi alimento espiritual día tras día, descubro en mi propia vida… una transformación: las tendencias humanas se corrigen, los afectos se purifican, aprendo a conocer la justicia de Dios… La Biblia es verdaderamente un alimento para el espíritu, como el pan lo es para el cuerpo…

Ella me revela, como ningún otro libro, el diagnóstico preciso de mi condición espiritual. Me muestra claramente lo que soy por naturaleza: perdido en el pecado y ajeno a la vida de Dios. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, ella me muestra una revelación armoniosa y maravillosa del carácter de Dios, muy alejada de todo lo que podríamos imaginar. También revela una ternura y una cercanía de Dios en Cristo que satisface los anhelos del corazón… El Dios infinito, el Creador del mundo, en su infinito amor, se despojó a sí mismo para ser semejante a nosotros y redimirnos».