Tres excursionistas, sorprendidos por una tormenta, se refugiaron en una cueva. Había llovido durante varias horas. Llegaba la noche y el tiempo no mejoraba. Era imposible salir. De repente, oyeron un llamado:

–¡Los estamos buscando! ¡Respondan!

Inmediatamente salieron de la cueva bajo la lluvia que les azotaba el rostro. Un equipo de rescatistas había ido a buscarlos. Gritaban, pero sus voces se perdían en la tormenta. Los excursionistas encendieron sus antorchas y agitaban los brazos. Por fin oyeron la buena noticia:

–¡Ya los vimos! ¡Quédense donde están! ¡Vamos por ustedes!

Unas horas después estos hombres estaban a salvo.

Dios también nos busca. Quiere salvarnos de la muerte, consecuencia del pecado, y darnos la vida eterna. Para ello envió a su Hijo Jesucristo a la tierra: Jesús se hizo hombre. Murió en la cruz para expiar nuestros pecados. Entonces Dios, quien es justo y es amor, puede anunciar esta “buena nueva” a cada uno de nosotros.

Escúchelo hoy… Dios lo ha «encontrado», solo tiene que responderle para que sea salvado. Responder significa salir de nuestra cueva, de nuestra confianza en nosotros mismos, de nuestros miedos, y quizá de nuestra indiferencia ante el amor de Dios. También significa tomar conciencia de nuestro estado moral ante él. ¡Responda a su llamado ahora mismo! Dios ha hecho todo para salvarlo… ¡Él lo ama!