La vida de Jesús muestra el amor de Dios por la humanidad rebelde, que sufre las consecuencias del pecado.

Jesús iba de un lugar a otro haciendo el bien, pero también decía la verdad, por eso los líderes religiosos querían deshacerse de él. Así que lo capturaron, lo llevaron ante Pilato y lo acusaron injustamente. Jesús no opuso resistencia… Las multitudes clamaron por su muerte y Pilato lo entregó a su odio.

Así, la humanidad se deshizo del Hijo de Dios crucificándolo entre dos malhechores.

En la cruz, Jesús fue objeto de burlas. Los hombres incluso retaron a Dios, su Padre, que lo librara: “Si le quiere” (Mateo 27:43). Dios había proclamado públicamente que era su Hijo amado (Lucas 3:22), pero permitió que los hombres expresasen la maldad que había en sus corazones.

Durante tres horas, la oscuridad cubrió la tierra. Jesús cargó con nuestros pecados y los borró. Dios, “por nosotros (a Jesús) lo hizo pecado”, al “Santo y al Justo” (2 Corintios 5:21; Hechos 3:14). Y Dios lo abandonó; no respondió a su clamor (Mateo 27:46).

Jesús murió diciendo: “Consumado es” (Juan 19:30). Fue depositado en una tumba, pero Dios lo resucitó tres días después.

Ahora Dios puede perdonar y salvar a cualquier pecador que crea en Jesús, ¡pero qué alto precio tuvo que pagar Jesús!

Si realmente quieres saber quién es Dios, mira la cruz. Proclama la santidad de Dios frente a tu pecado, su amor por ti, pecador, y el precio al que te valoró: “Dios es luz… Dios es amor” (1 Juan 1:5; 4:8).