La palabra camino o senda aparece con frecuencia en las Escrituras, al igual que el verbo guiar. En hebreo, ambos términos están estrechamente relacionados. Existen dos caminos, pero solo uno es el correcto, como se describe en el Salmo 1:1-3 y enseña el Señor Jesús (véase Mt. 7:13-29). Cuando Adán y Eva cayeron, el engaño de la serpiente los desvió hacia otro camino. Hoy en día, las personas siguen expuestas a las artimañas del enemigo. Cada uno debe decidir si quiere ser rescatado de sus engaños y trampas para ser salvo, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23). ¿Ha recibido usted la salvación? Si no es así, deténgase y resuelva primero este asunto con Dios.
Una vez salvo, enfrentará las artimañas y ataques del enemigo. Sin embargo, el versículo de hoy nos da un gran consuelo: “Jehová conoce el camino de los justos”. Al haber sido reconciliados con Dios, podemos contar con su ayuda. El desafío ahora es caminar con él por el “camino de los justos”. El Señor Jesús es nuestro modelo perfecto, y aprendemos de él (véase Mt. 11:29). También podemos aprender de otros creyentes, incluso cuando hayan tropezado de alguna manera. Como escribió el apóstol Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1).
Lo maravilloso es que el Señor conoce cada detalle del camino correcto, sus desafíos y recompensas. Él desea guiarnos, ayudarnos y bendecirnos. Nuestra respuesta debe ser deleitarnos en su Palabra, meditar en ella, aprender, crecer, ponerla en práctica y dar fruto (véase v. 3). En contraste, el “impío” –aquella persona que vive apartada de Dios– no solo carece de piedad, sino que también permanece en enemistad con Dios. ¡Ese camino conduce a la perdición eterna! ¿Está usted en el camino correcto?