El Señor es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará… Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas.
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
Jesús es mi Pastor divino,
¡Alégrate, alma mía!
Solo él libra del peligro,
¡Todo en mí lo reclama!
No, nada me faltará,
Porque, oh gracia infinita,
Jesús es el Amigo, el Guardián,
En quien confío.
Día tras día me guía
En sus verdes praderas;
De su amor me alimenta,
Bajo sus sombras divinas.
No temeré ningún mal
Cuando, al final del viaje,
Necesito del valle oscuro
Cruzar el sombrío pasadizo.
Siempre su gracia y su amor
Me seguirán en la tierra;
Pero todo será, en su estancia,
¡Paz, gloria, amor y luz!
D. Grant