«Cuando esperamos un bebé, nos gusta compartir la noticia. Y cuando el bebé nace, lo anunciamos abiertamente.
El nacimiento de Jesús fue anunciado por los ángeles que celebraron la gran noticia. Los primeros en saberlo fueron los pastores, quienes, en la noche, partieron apresuradamente rumbo a Belén y hallaron al niño acostado en un pesebre, tal como se les había dicho (Lucas 2:20). Este encuentro fue tan asombroso que ellos difundieron la noticia prontamente.
Amigos cristianos, comprendamos que esta buena nueva no es solo para nosotros: es necesario compartirla. El apóstol Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. El Evangelio, la buena nueva de Jesús, trae vida a los que están “muertos” en sus delitos y pecados; trae esperanza a los perdidos, luz a los que están en tinieblas, gozo a los desesperados. Libera y da paz a los que sufren adicciones o están decepcionados por el materialismo, a los que buscan un objetivo en la vida.
Sigamos el ejemplo de los ángeles y de los pastores. Aprovechemos todas las oportunidades. Utilicemos todos los medios posibles para proclamar quién es Jesucristo y dónde encontrarlo, para que los que nos rodean también puedan tener una relación personal con él.
No solo son buenas noticias, son las mejores. Compartámoslas».