Para impulsar el crecimiento económico se nos anima a consumir cada vez más. La publicidad estimula nuestros deseos continuamente. Muchas personas deben admitir que han gastado demasiado, que deben vigilar sus gastos.

La Biblia nos habla de personas que malgastaron todas sus posesiones, por ejemplo, el hijo que pidió su parte de la herencia (véase Lucas 15:11-32) y se fue lejos para vivir a su manera. Pero después de malgastar todo su dinero viviendo perdidamente, tuvo que dar marcha atrás y reconocer que se había equivocado. “He pecado contra el cielo y contra ti”, dijo a su padre.

A veces pensamos que nuestro dinero y nuestros bienes materiales nos pertenecen, así que podemos disponer de ellos como nos parezca. Dios quiere que comprendamos que es él quien nos los presta para nuestra vida terrenal. Nos pedirá cuentas de lo que hayamos hecho con ellos, como lo hizo el hombre rico con el mayordomo que disipó sus bienes (véase Lucas 16:1-13). Lo despidió, juzgándolo deshonesto.

¿Agradecemos a Dios por todas las bendiciones terrenales que nos da? El creyente debe dar gracias al Señor cuando come o recibe una remuneración. Es importante reconocer que hemos recibido todo de él, para utilizarlo como él quiere.