El otro día, llegué a casa de una amiga. Apenas bajé del coche, oí un grito: «¡Es Alberto!» y una niña pequeña, Rosa, corrió hacia mí y saltó a mi cuello. ¡Qué bienvenida! ¿Cuánto tiempo llevaba allí, esperando, deseando ya mi llegada?
Ese recibimiento me hizo mucho bien y también me hizo reflexionar…
Sabemos que el Señor Jesús volverá. ¿Le esperamos todos los días? ¿No es él a quien más amamos? Y, sin embargo, a menudo estamos lejos de estar dispuestos a correr hacia él si le viéramos dentro de un momento.
Quizá incluso le resulte casi desconocido… ¡Así que no espere más, lea los evangelios para conocerle mejor!
Pero tal vez lo que lo está frenando sea algo no resuelto entre usted y Jesús… No espere más para acercarse a él, pues le ama tanto que quiere estar cerca de usted.
¿O tal vez las cosas materiales sean más valiosas para usted que él mismo?
Animémonos unos a otros a conocerle mejor mediante la lectura de su Palabra, para que deseemos cada vez más su regreso.
“El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven” (Apocalipsis 22:17).
“Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).