Holman Hunt, un artista británico, pintó un famoso cuadro titulado La luz del mundo. En él se ve una representación de Jesús llamando a la puerta de una casa. La casa representa nuestra vida y la puerta, nuestro corazón. Delante de la puerta crecen malas hierbas, zarzas y hiedra. ¡Es evidente que hace mucho tiempo que esa puerta permaneció cerrada! ¿Quizás esté cerrada con llave?
Muchos hombres y mujeres han cerrado su corazón. Le dieron una vuelta a la llave a causa de una enfermedad, de un fracaso… Una vuelta de llave porque una persona amada me abandonó… Una vuelta de llave porque Dios parece sordo a mis súplicas… Una vuelta de llave porque, después de todo, es más fácil vivir como si Dios no existiera…
¿Cuáles son esos giros clave que nos impiden abrirnos a Jesús? Identificarlos ya es dar un paso en la dirección de girar la llave en la otra dirección…
Hay otro detalle sorprendente en el cuadro. ¡La puerta no tiene tirador! ¡La manilla está en el interior, está por nuestro lado! Así es como Jesús trabaja con cada uno de nosotros; llama a la puerta de nuestro corazón. Esto se manifiesta en nuestras vidas de muchas maneras: un paisaje, un encuentro, un acontecimiento alegre o doloroso, pero también un versículo bíblico, un testimonio…
Si oímos la voz de Jesús, estemos atentos y digámosle: «Ven, Señor, quédate conmigo». ¡Y él lo hará!