Quizá todos hayamos jugado alguna vez con un reloj de arena, fascinados por esos granitos de arena que fluyen tan suavemente. ¡Nuestras vidas fluyen del mismo modo y no podemos detener el paso del tiempo!
Fue Dios quien nos dio la vida. La cantidad de arena que hay en el reloj representa su duración en la tierra. ¡Una cantidad fija de tiempo! ¿Cuántos días nos quedan de vida a cada uno de nosotros? Cuando se haya acabado toda la arena, esta no volverá. La vida después de la muerte no es un tiempo para rehacer su vida. ¡No hay segundas oportunidades! Todos los humanos mueren porque todos han pecado ante Dios. Todos tendrán que encontrarse con él, como juez o como Salvador.
El mañana no nos pertenece. La Biblia nos dice: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Amós 4:12). ¡No dejemos pasar el tiempo, estemos preparados! Dios nos dice: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4:7). ¡Dios te ama! Jesús vino para entregar su vida y pagar por nuestros pecados. Hoy, el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo te invitan a darle una respuesta. ¡Solo tú puedes darla!: “Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas” (Deuteronomio 30:19).
¡Esta decisión es muy urgente, pues las consecuencias del rechazo o la indiferencia serán terribles!
“Os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20).