¿Vivir sin pasado ni futuro no es una especie de tragedia para el ser humano? ¿Por qué nací? ¿Adónde voy y por cuánto tiempo? ¿Qué quedará de mí cuando muera? ¡Hay tantas preguntas que recorren nuestra mente hasta que encontramos una razón para nuestras vidas!

Los humanos nos caracterizamos porque necesitamos tener una esperanza de una supervivencia que no sea meramente biológica, necesitamos formar parte de un tiempo que va más allá de nuestra propia existencia, de preservar las cosas que ya no existen. El ser humano intenta encontrar refugio, respuestas y paz en las ciencias, la filosofía, las artes y principalmente en la literatura…

Pero, ¿qué dice al respecto Aquel que nos hizo? ¿Quién mejor que nuestro Creador puede dar sentido, valor y propósito a nuestras vidas? Su Palabra nos revela por qué estamos aquí en la tierra. Nuestra presencia aquí en la tierra no es fruto de la casualidad o el resultado de un accidente, sino que fue deseada, querida. Incluso antes de que cada uno de nosotros fuera creado, Dios nos conocía y nos amaba. ¡Pregúnteselo a él! Usted nació por él y para él. El rey David dijo a Dios: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:14).

Pero, ¿qué propósito tiene Dios para nuestras vidas? Darnos a conocer su amor y prepararnos para estar con él para siempre. Para ello, nos envió a su Hijo, Jesucristo el Salvador.