“Nací en el año 1961. Desde niña tuve problemas nerviosos; debido a esto tenía complejos y pensamientos extraños. No era feliz, no me sentía amada, tenía miedo a mi padre. Así crecí y llegué a estudiar pintura.
Tuve dos fracasos matrimoniales y varias relaciones fallidas; dos veces estuve hospitalizada; una vez atenté contra mi vida. Fui militante de la Unión de Jóvenes, pero a los 27 años me decepcioné de todo.
Desde pequeña, cuando me veía en problemas, siempre clamaba a Dios. Pero también daba tumbos entre el espiritismo y la santería. Cada día me sentía más desequilibrada, hasta que recibí a Jesús como mi Salvador y Señor, el 3 de diciembre de 1994. Dos semanas después mi compañero también lo aceptó. Comenzamos a servir al Señor y legalizamos nuestra unión. Nos bautizamos en febrero de 1995.
Dos años después mi madre también se convirtió al Señor, fue bautizada y se congregó durante varios años. Luego sufrió un infarto cerebral. Dios permitió que mi esposo y yo la cuidáramos con amor durante dos años, con el apoyo de nuestros hermanos en Cristo y algunos vecinos, hasta que partió con Él.
Hoy sigo sirviendo al Señor visitando a ancianos y a hermanos enfermos. Además, en nuestra casa se reúne un grupo pequeño para escuchar la Palabra de Dios. Quiero testificar que Dios me sanó del problema nervioso, me libró del miedo a los espíritus, a la oscuridad, a las brujerías y a la muerte.
Oro a Dios por todas las naciones, por nuestros gobernantes, por mis familiares, vecinos y amigos, para que puedan experimentar el amor y la sanidad de Dios”.
2 Crónicas 12 – 1 Corintios 5 – Salmo 101:1-4 – Proverbios 22:7