“Una hermosa mañana del mes de julio me pregunté de dónde venimos, a dónde vamos y qué hacemos en esta tierra. ¿Por qué hay algo en lugar de nada?”. Jean d’ Ormesson, escritor y filósofo, se interrogó sobre el misterio de nuestro destino, el sentido de la vida, y reconoció sus dudas e incertidumbres.
Estas preguntas son fundamentales y condicionan a la vez nuestra vida presente y nuestro futuro eterno. Pero, ¿por qué seguir haciéndose preguntas continuamente? El hombre debe reconocer que sin la revelación de los pensamientos de Dios siempre se desviará en vanas especulaciones.
La Biblia es el Libro por medio del cual Dios nos habla. En él encontramos nuestra historia en la tierra y nuestro destino en el plan de Dios. A través de la creación Dios mostró su poder, su sabiduría y su bondad. Cuando el mal entró en el mundo por el hombre, su naturaleza moral se reveló: el hombre no respeta los mandamientos divinos y desobedece. Diariamente demuestra por las guerras, la violencia y la corrupción, presente en todo, que no puede dejar de hacer el mal. Dios es muy limpio “de ojos para ver el mal” (Habacuc 1:13), pero también es amor y es soberano. No hay nada que pueda obstaculizar sus planes. Decidió mostrar su amor a los hombres, que son malos por naturaleza, dándoles la oportunidad de ser perdonados de sus pecados e introducidos en su presencia.
¿Recibió usted el perdón de Dios? Entonces su vida tiene un sentido, es decir, agradar a Aquel que lo ama; y también un objetivo: ¡la felicidad eterna en el cielo con Jesús!
Daniel 5 – 1 Juan 4 – Salmo 78:40-55 – Proverbios 18:16-17