La Buena Semilla: Sábado 20 Marzo
Sábado
20
Marzo
Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Lucas 5:8
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.
1 Timoteo 1:15
El veredicto final

El zar Pedro el Grande, hombre exagerado y violento, declaró un día: “Deseo cambiar mi imperio, pero no puedo cambiarme a mí mismo”. Albert Einstein escribió: “El único verdadero problema de todos los tiempos está en el corazón y en los pensamientos de los hombres. Es más fácil modificar la naturaleza del plutonio que la mente malvada del hombre”. Estas tristes pero claras constataciones muestran bien lo que es la naturaleza humana, esclava de sus intenciones y de su inclinación a hacer el mal. Dios ya lo había declarado hace más de 2500 años: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo el Señor… que pruebo el corazón” (Jeremías 17:9-10). “No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Salmo 14:3).

Dios hace esta constatación, pero también nos dice: “Venid… y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana (rojos), como la nieve serán emblanquecidos” (Isaías 1:18). La situación no es, pues, desesperante, porque Jesús el Hijo de Dios puede hacer puro y justo ante Dios a todo pecador que se arrepiente. La única condición es aceptar el veredicto divino sobre lo que somos y la gracia que Dios nos ofrece, porque Jesús sufrió el castigo que nosotros merecíamos. Todos los que creen son “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. No se trata de una mejoría progresiva de nuestro corazón mediante nuestros propios esfuerzos, sino de una transformación completa, radical y definitiva.

Ezequiel 16:1-34 – Hechos 21:37-22:21 – Salmo 35:1-8 – Proverbios 11:29-30