– ¿Conoce la melodía de este himno? -preguntó Antonio.
– ¡Los que estén del lado de Dios lo cantarán a la perfección porque conocerán todo su sentido!
– Vuélvame a leer el principio… Esta expresión es fuerte, dijo Antonio, ¿la sangre se refiere a la sangre de Cristo en la cruz?
– ¡Sí, él dio su vida para borrar nuestros pecados! Los que cantan ese cántico en el cielo no hablan de lo que ellos hicieron, sino de lo que Jesús hizo. Él los amó y murió por ellos. La condición para estar allí es haber sido lavado de sus pecados por la sangre de Jesús. Honestamente, si usted dice que no tiene pecado, no podrá unirse a su cántico.
Sorprendido, el enfermo añadió:
– Nunca había pensado en ello.
– Antonio, ¡Dios nos ama y pensó en ello! Escuche además estos dos textos de la Biblia: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Nadie puede ganarse el derecho de estar del lado de Dios. Además, Dios nos dice claramente: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Timoteo 1:15).
Pensativo, Antonio repitió:
– ¡Para salvar a los pecadores!
– ¡Sí, no es para ayudarles a ser salvos, sino para salvarlos!
Al día siguiente su rostro estaba radiante, y me dijo: “Sabe,
1 Samuel 5 – Mateo 7:7-29 – Salmo 6 – Proverbios 2:16-22