– Buenos días, Antonio. ¿Cómo está?
– Sabe… el médico no me dio esperanzas.
Después de haber hablado un poco sobre su enfermedad, pregunté a este vecino, que estaba hospitalizado desde hacía algunos días:
– Y usted, ¿cómo ve el más allá?
– Pues creo que tengo una gran probabilidad de estar del lado de Dios.
– Ese retorno hacia Dios es una realidad para usted. ¿Y el otro lugar, el infierno, también?
– ¡Claro que sí!
– Cree, pues, que tiene buenas posibilidades de ser aceptado en la presencia de Dios, y que su alma vivirá feliz en el paraíso eternamente. Pero, ¿qué le da esas convicciones?
– ¿No me conoce? Hice todo lo posible para ser bueno con mi mujer y mis hijos. Además, creo que no le hice daño a mi vecino como tampoco a mi prójimo…
– Quisiera poder decir lo mismo de mí, pero, ¿sabe qué dice la Biblia sobre el hecho de ir al cielo? ¿Y sabe qué se hará allá?
– Pienso que allá no hay mal, ni sufrimiento, creo que su Biblia lo dice. ¡Tiene que ser un lugar de felicidad, y supongo que se canta mucho! ¡Me gusta tanto cantar!
– La Biblia nos dice que solo los que creen en Jesús pueden ir al cielo. Es cierto que allí se cantará. En la Biblia tenemos un himno que cantaremos en el paraíso: “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre… a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 1:5-6).
1 Samuel 4 – Mateo 6:19-7:6 – Salmo 5:8-12 – Proverbios 2:10-15