El Señor está cerca: Domingo 29 Noviembre
Domingo
29
Noviembre
Mi alma está muy triste, hasta la muerte.
Marcos 14:34
Los sufrimientos de Cristo por nuestros pecados

Hay dos aspectos en los sufrimientos del Señor Jesús. Por un lado, están los sufrimientos que soportó a lo largo de su vida de parte de los hombres y, por el otro, los sufrimientos que conoció cuando, tomando la copa que tenía que beber, llevó sobre sí el peso de la ira de Dios contra el pecado. El alcance de la iniquidad del hombre se manifiesta de dos maneras. Se ve claramente en todo lo que los hombres hicieron al oponerse y rechazar a Jesús; pero, sobre todo, en la carga del pecado que el Señor Jesús tuvo que soportar cuando bebió la copa que el Padre le había dado.

Entre quienes leen estas líneas, ¿no habrá algunos que nunca se hayan afligido verdaderamente por sus pecados? ¿Acaso hay algo que revele más la ligereza y ceguera del corazón humano? Nosotros –que con nuestros pecados hicimos tan amarga la copa que Jesús tuvo que beber– podemos llegar a tratar el pecado como si fuera algo trivial a los ojos de Dios. Pero es a través de él, de Jesús, que descubrimos cuán horrendo es en realidad. Si nuestros corazones –miserables como son– no sienten la gravedad del pecado, él sí la sintió. Cristo la conoció plenamente cuando bebió la copa por nosotros y cargó con el pecado en nuestro lugar. Si no hay en nosotros, aunque sea en pequeño grado, un verdadero sentido del peso del pecado, entonces no hemos comenzado a entrar en la mente de Cristo.

Es muy distinto tener un simple conocimiento doctrinal de estas cosas que tener el corazón verdaderamente tocado por ellas. Saber que el pecado es grave, saber cuánto costó, y no sentirlo, es más peligroso aún que no saberlo en absoluto. En ese caso, el estado del corazón es peor. Nadie puede sondear la profundidad de los sufrimientos del Señor. Pero en el huerto de Getsemaní, vislumbramos algo de ello, cuando su alma estaba “muy triste, hasta la muerte”.

J. N. Darby
De nuestras gracias digno es Él, quien en la cruz bebió
La copa de amargor y hiel, que vida al hombre dio.

Anónimo