El Señor está cerca: Sábado 14 Noviembre
Sábado
14
Noviembre
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Mateo 18:21
Pedro y su Señor (8)
“Señor, ¿cuántas veces?”

En su ministerio, tal como lo relatan los Evangelios, el Señor Jesús introdujo un nuevo orden de cosas. A través de sus sermones e interacciones con los discípulos, él comenzó a sentar las bases del reino de Dios. La enseñanza que acompañaba este reino era profundamente novedosa, radicalmente diferente de todo lo que la había precedido.

Estaba escrito: “Ojo por ojo, y diente por diente”, pero la enseñanza de Cristo fue: “A cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mt. 5:38-39; comp. Éx. 21:24). Estas palabras, con sus implicaciones revolucionarias, iban directamente contra la lógica natural del hombre. Incluso sus propios discípulos luchaban por comprender y aceptar muchas de sus enseñanzas. Pedro, por ejemplo, le preguntó: “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?”. Tal vez Pedro, consciente de la gracia del Señor, pensó que sugerir “siete veces” sería suficiente para impresionarlo. Pero Jesús le respondió: “No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” (v. 22). El Señor no quería decir que debamos perdonar literalmente 490 veces y luego tomar represalias al llegar a la número 491, sino que siempre debemos perdonar.

Para reforzar este principio, Jesús contó una parábola. Un siervo debía a su señor una suma inmensa, equivalente a muchos millones de dólares actuales. Al suplicar misericordia, su señor lo perdonó completamente. Sin embargo, aquel siervo, al salir, encontró a un compañero que le debía una cantidad mínima comparativamente hablando, y con dureza le exigió: “¡Págame lo que me debes!” (véase vv. 23-35).

Nuestra deuda con Dios por nuestros pecados es incalculable, y sin embargo, en Cristo se nos ha perdonado todo. Negarnos a perdonar a nuestro hermano es actuar como aquel siervo malvado. Ese día, Pedro aprendió una profunda lección de su Señor, y nosotros hacemos bien en aprenderla también.

Brian Reynolds