El Señor está cerca: Martes 3 Noviembre
Martes
3
Noviembre
Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Génesis 12:1
La obediencia de la fe y la prueba de la fe

La fe puede debilitarse cuando nos enfocamos más en nuestro compromiso personal que en el propósito de Dios. Abraham no cayó en esta trampa. Él dejó lo familiar por lo desconocido, y recibió muchas bendiciones.

Vivir por fe es siempre la respuesta correcta cuando Dios nos llama a avanzar. Ese llamado puede llegar en cualquier etapa de la vida y en toda circunstancia. Abraham tenía 75 años cuando emprendió su viaje (v. 4). David era un joven pastor cuando fue ungido para ser rey (véase 1 S. 16:11-13). Pablo se encontró con el Señor cuando iba rumbo a Damasco para arrestar a creyentes judíos; tras su conversión, fue enviado a los gentiles como ministro del Evangelio (véase Hch. 9:1-6; 22:21). Tal vez nuestra propia experiencia no sea tan dramática, pero todo llamado implicará caminar por fe.

Seguir a Dios no excluye las pruebas. Como nosotros, Abraham tuvo aciertos y fracasos. Respondió con fe al llamado inicial de dejar su tierra, y como resultado recibió una promesa de bendición para él y sus descendientes. Pero cuando llegó el hambre, su reacción fue distinta: descendió a Egipto, ocultó la verdad sobre su matrimonio con Sara, y esto trajo juicio sobre el Faraón (véase Gn. 12:10-20). Nuestra respuesta a los mandatos de Dios realmente importa. Por medio de nuestras acciones, podemos traer bendición… o aflicción.

Obedecer al Señor puede ser incómodo. Quienes nos rodean podrían cuestionar nuestras decisiones o no comprender nuestras motivaciones. Incluso nuestro propio corazón puede resistirse a lo que Dios nos pide. Pero la fe persevera. Nos sostiene para seguir en obediencia, y nos permite experimentar las bendiciones reservadas para quienes caminan en comunión con Cristo.

Tim Hadley, Sr.
Que seamos instruidos, por Ti mismo dirigidos;
Con tu yugo suave y blando, los oprobios aceptando al obedecerte a Ti.

R. Holden