El Señor está cerca: Miércoles 18 Noviembre
Miércoles
18
Noviembre
Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
Lucas 5:10
La expresión “No temáis” en el Evangelio según Lucas (4)

Mateo y Marcos describen cómo Jesús llamó a sus discípulos, pero es Lucas quien nos revela lo que esto significó personalmente para Pedro. El Señor ya lo había reclamado para sí, al cambiarle el nombre, y había bendecido su hogar, entrando en su casa y sanando a su suegra (véase Jn. 1:41-42; Lc. 4:38-39). Por maravillosas que fueran estas experiencias, aún faltaba algo si Pedro quería seguirlo de verdad. Tal vez alguien que lea estas líneas se encuentre en una situación similar: pertenece al Señor, ha experimentado su ayuda y su bendición, pero siente que todavía le falta algo.

¡Qué privilegio para Pedro tener a Jesús en su barca y oírlo enseñar a la multitud! Pero, de pronto, escuchó algo inesperado: su propio nombre en labios del Maestro. “Simón”. ¿Ha oído usted esa voz, interrumpiendo la rutina, hablándole de forma personal? ¿Pidiéndole que se adentre en aguas más profundas y eche las redes para pescar? Pedro puso excusas; todos lo hacemos. «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y no hemos pescado nada. Por eso estábamos limpiando las redes. Pero, porque tú lo dices, echaré una de ellas». Eso bastó. Pedro hizo entonces el descubrimiento más importante de su vida: el Señor Jesús es supremo; incluso los peces del mar están a su disposición (véase Sal. 8:4-9). Y, al mismo tiempo, reconoció su propia indignidad: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (v. 8).

Es cuando caemos de rodillas ante él, sabiendo que no podemos prescindir de su presencia, cuando él se convierte real y plenamente en Señor de nuestra vida. Esto puede implicar cierto quebrantamiento, algo que ninguno de nosotros desea porque quisiéramos mantener el control. Pero cuando nos rendimos a él, descubrimos la dicha de su señorío y todas las bendiciones que trae consigo.

Él es un Señor bueno y misericordioso; no tiene intención de apartarse de nosotros. Más bien nos dice: «No temas; voy a usarte de maneras que nunca imaginaste». ¡Oh, que seamos como Pedro y sus compañeros, quienes lo dejaron todo y lo siguieron!

Simon Attwood