El Señor está cerca: Martes 1 Diciembre
Martes
1
Diciembre
Y oyó una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Pero Pedro dijo: De ninguna manera, Señor, porque yo jamás he comido nada impuro o inmundo.
Hechos 10:13-14 NBLA
Pedro y su Señor (10)
“De ninguna manera, Señor”

Después de la muerte y resurrección de Cristo, y tras la venida del Espíritu Santo, Pedro progresó grandemente en su vida espiritual. El Señor había perdonado su negación, lo restauró como líder entre los apóstoles, y estaba lleno del Espíritu Santo. En muchos sentidos, Pedro era un hombre nuevo.

Pero aun así, quedaban áreas de su pensamiento que el Señor necesitaba ajustar. Nuestros viejos prejuicios –especialmente los religiosos o culturales– son difíciles de abandonar. Como buen judío, Pedro no habría tenido trato alguno con los gentiles, y mucho menos habría compartido una comida con ellos. La separación entre judíos y gentiles era una barrera profunda y fuertemente observada, incluso por Pedro (véase Ef. 2:14). Sin embargo, Dios estaba a punto de abrir la puerta del reino de los cielos a los gentiles, y Pedro sería el encargado de hacerlo (véase Mt. 16:19).

Con el propósito de prepararlo para esta tarea, el Señor le hizo ver una visión: un gran lienzo descendía del cielo con toda clase de animales que la Ley consideraba impuros. Una voz le dijo: “Levántate, Pedro, mata y come”. Pedro respondió: “¡De ninguna manera, Señor!” Pero decir «no» al Señor es una contradicción: si es verdaderamente nuestro Señor, no podemos negarnos a obedecerle.

Dios usó esta visión como una lección: “Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú común” (v. 15). El Señor estaba mostrando que el Evangelio iba a ser extendido también a los gentiles, poniendo fin a todo exclusivismo basado en etnicidad o tradición. Poco después, vemos a Pedro entrando en la casa de Cornelio, un centurión romano. A pesar de su trasfondo religioso y de sus prejuicios culturales, Pedro obedeció (v. 28).

¿No tenemos nosotros también lecciones que aprender como Pedro? ¿Aún albergamos pensamientos, actitudes o prejuicios que no provienen del Espíritu? Si es así, que estemos tan dispuestos como Pedro a someternos al señorío de Cristo también en estas cosas.

Brian Reynolds