El Señor está cerca: Miércoles 23 Diciembre
Miércoles
23
Diciembre
Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida.
Deuteronomio 17:18-19
Los resultados de la lectura de la Palabra de Dios

A Israel se le dieron instrucciones específicas para el día en que dijeran: “Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones” (v. 14). Si comparamos estas directrices con lo que leemos sobre el rey Salomón en 1 Reyes 10:14-11:13, comprendemos una lección solemne: ni siquiera la sabiduría más grande que Dios haya otorgado a un hombre es suficiente por sí sola para andar conforme a su voluntad. Necesitamos la Palabra de Dios, y necesitamos andar en ella.

Eso es precisamente lo que se le ordenó al rey de Israel en este pasaje. Él debía escribir para sí una copia personal de la Ley, leerla todos los días, conocerla y meditarla. Este acto diario no era meramente ceremonial: era indispensable para vivir de una manera que agradara a Dios. El texto señala varios resultados prácticos de la lectura de la Palabra:

“Para que aprenda a temer a Jehová su Dios” (v. 19). Así se cultiva el conocimiento reverente de quién es Dios, su santidad y majestad. Así aprendemos a temer a Dios y no a los hombres.

“Para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra”. Solo cuando la Palabra ocupa su lugar en nuestro corazón, podemos discernir la voluntad de Dios y vivir conforme a ella.

“Para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos” (v. 20). La Escritura actúa como una gran salvaguarda contra el orgullo, recordándonos lo que hay en nuestros corazones, pero también las perfecciones de Cristo: como su humildad.

Y a esto se suma una promesa de bendición: “A fin de que prolongue sus días en su reino”. El Señor Jesús también hizo una promesa similar: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn. 14:23).

Que este pasaje nos anime a reservar cada día un tiempo para sumergirnos en la Palabra del Señor, y así crecer y andar en el Señor.

Alexandre Leclerc