El Señor está cerca: Domingo 6 Diciembre
Domingo
6
Diciembre
Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.
Marcos 14:26
La tranquilidad de Jesús

¡Qué hermoso es contemplar a Jesús en medio de su agonía y sufrimientos! Lo vemos perfectamente sereno, sopesando con calma el peso de la copa que estaba por beber. ¿Y en qué circunstancias? En medio de todo aquello que, bien calculado, buscaba quebrantar y herir los afectos de su corazón. Él les había dicho a sus amigos íntimos: “Uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar” (v. 18). Y, sin embargo, él permanece en perfecta calma.

Cuando lo llevan a la cruz, ¿en quién piensa? En sus discípulos. Su cuerpo estaba por ser destrozado, su sangre por ser derramada; estaba a punto de sufrir la ira de Dios. Aun así, en completa paz, él les explica el costo de lo que iba a hacer por ellos.

En plena víspera de la cruz, su mente se transporta más allá de la época actual, hacia el día en que, habiendo visto el fruto de la aflicción (véase Is. 53:11), él beberá de nuevo del fruto de la vid en el reino de Dios (v. 25).

¡Qué maravilla es contemplar al Señor Jesús proyectando su mirada a través de las edades! En medio de las terribles circunstancias en las que se encuentra, su alma permanece lo bastante tranquila como para pensar en la felicidad eterna asegurada para los suyos mediante su sacrificio, y en el gozo que tendrá al reencontrarse en aquel estado glorioso.

Ni la traición de Judas, ni la negación de Pedro, ni el abandono de los discípulos, ni el rechazo del mundo, ni la enemistad de Satanás logran turbarlo. Sin dejarse desviar por el pensamiento de sus sufrimientos, sin agitación ni asombro, contempla serenamente el valor de su sacrificio y la dicha de reencontrarse finalmente con sus discípulos. Entonces, canta un himno y sale “para el monte de los Olivos”.

J. N. Darby