El Señor está cerca: Sábado 12 Diciembre
Sábado
12
Diciembre
¿Quién permanecerá delante de su ira?, ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.
Nahum 1:6-7
Fortaleza en el día de la angustia

Cuando la cólera de un gerente –que posee un temperamento fuerte– se desata hasta alcanzar un punto febril, el temor que infunde entre sus empleados es inmenso. ¡Cuánto más temible es cuando el Dios eterno –que es lento para la ira– se levanta contra la rebelión persistente de sus criaturas! “¿Quién permanecerá delante de su ira?”. ¿No deberían los hombres temblar de miedo y terror? Incluso las rocas se despedazan ante él. Y si los corazones humanos son tan duros como la piedra, eso no los protegerá, pues él puede hacerlos pedazos con facilidad.

Sin embargo, tan majestuoso poder se ve inmediatamente en contraste con su obrar en el juicio: “Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían”. Es verdaderamente asombroso que el gran poder del Dios del cielo y de la tierra no solo se revele en la severidad de su juicio, sino también en la ternura de su bondad. Él es fortaleza segura en el día de la angustia, pero no para los corazones endurecidos de la humanidad rebelde. Mientras estos son quebrantados, los que confían en el Señor, el Viviente y Glorioso, descubrirán en medio de toda tribulación que él es su refugio inquebrantable.

Así, la bondad y la fortaleza del Dios viviente se entrelazan perfectamente para bendecir a todos los que confían en él. Esta unión se manifiesta de forma suprema en el sacrificio de Cristo en el Calvario. En su muerte voluntaria por los culpables, vemos desplegada su bondad en toda su dulzura. Pero en ese mismo acto también resplandece su poder: poder que vence al enemigo, que juzga el pecado de forma plena y definitiva, que libera a los pecadores arrepentidos de su culpa y esclavitud, y que les otorga una herencia incorruptible e inmarcesible, reservada en los cielos (véase 1 P. 1:4).

L. M. Grant