El Señor está cerca: Jueves 12 Noviembre
Jueves
12
Noviembre
Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él.
Génesis 12:4
Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció… y salió sin saber a dónde iba.
Hebreos 11:8
Vivir por fe

Abraham es, sin duda, una de las figuras del Antiguo Testamento que más ha impactado mi caminar espiritual. En su vida veo reflejada, de forma clara y desafiante, la necesidad de vivir por fe.

Una de las primeras lecciones que encuentro en él es que la separación suele formar parte del crecimiento espiritual. A menudo, antes de que podamos recibir algo nuevo de parte del Señor, él nos pide dejar atrás algo que ya forma parte de nuestra vida. En Génesis 12:1-3, Dios le ordenó a Abraham emprender un viaje que implicaba renunciar a su país, su pueblo y la casa de su padre. La obediencia significaba decir adiós a relaciones entrañables y a lo conocido. Solo su esposa y su sobrino lo acompañaron; el resto de su mundo quedó atrás. Sin embargo, Abraham no vaciló. Su fe firme le permitió responder con obediencia a lo que Dios le pidió.

Otro aspecto esencial de seguir al Señor es avanzar en medio de la incertidumbre. Abraham fue llamado a salir, sin saber a dónde lo llevaría ese camino. Imagine tener que explicar a sus conocidos que usted se marcha… pero sin saber a dónde. Y, aun así, la falta de detalles no detuvo a Abraham. Su confianza inquebrantable en Dios le permitió responder con todo el corazón a ese llamado, aunque no conocía los pasos que seguirían. Abraham estaba espiritualmente preparado para decir «sí» cuando Dios lo llamó.

Seguir a Dios requiere vivir por fe. Esto implica confiar en que el Espíritu Santo nos guiará aun cuando no veamos cómo encajan todas las piezas (véase Jn. 16:13); creer que Dios siempre actúa para nuestro bien y su gloria (véase Ro. 8:28); y desear, por encima de todo, agradar a nuestro Padre. ¿Estará usted preparado cuando él lo llame?

Tim Hadley, Sr.
Que mi vida entera esté consagrada a ti, Señor;
que a mis manos pueda guiar el impulso de tu amor.

Frances R. Havergal