El Señor está cerca: Lunes 26 Octubre
Lunes
26
Octubre
Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras.
Salmo 119:16
Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos, y me consolé.
Salmo 119:52
Meditaciones sobre el Salmo 119 (3)

El salmista se deleitaba tanto en la Palabra de Dios que no la olvidaba. ¡Con qué facilidad olvidamos las cosas nosotros! De hecho, los apóstoles se anticiparon a esta tendencia. Pedro escribió su epístola específicamente para recordar a los creyentes las verdades que ya conocían (véase 2 P. 1:13; 3:1), para refrescar el mensaje en sus mentes, aun cuando ya lo habían escuchado con anterioridad. Esto se debe a que deleitarse en la Palabra de Dios y no olvidarla son cosas que van de la mano.

Muchos de nosotros quizás podemos hacer memoria de nuestra época escolar: si un tema nos interesaba, o si un maestro lo hacía vívido e inspirador, no nos olvidábamos de lo que aprendíamos; pero si el contenido nos parecía aburrido o irrelevante, las lecciones se desvanecían rápidamente de nuestra mente. Sucede lo mismo con las Escrituras. Si realmente nos deleitamos en la Palabra de Dios, expectantes de lo que el Señor nos enseñará cuando la estudiamos, entonces no olvidaremos lo que él nos enseñe.

Incluso los discípulos del Señor, que caminaron con él, que oyeron sus palabras y fueron testigos de sus obras, recordaron posteriormente muchas cosas de las que él les dijo (véase Lc. 24:6, 8; Jn. 12:16; Hch. 11:16). Cuando Jesús limpió el templo, los discípulos se acordaron de un versículo del Salmo 69: “El celo de tu casa me consume” (Jn. 2:17). Y después de su muerte y resurrección, ellos recordaron que él, hablando de su cuerpo, había dicho en aquella ocasión: “Destruid este templo” (véase Jn. 2:19-22).

¡Qué bendición saber que el Espíritu Santo puede traer a nuestra memoria lo que hemos aprendido al deleitarnos en su Palabra, y que no nos olvidaremos de ello!

Michael Vogelsang
En tu Palabra ¡oh Padre Dios, qué bella luz se ve!
Bendita, celestial porción, gozada por la fe.

G. M. Lear