El Señor está cerca: Jueves 15 Octubre
Jueves
15
Octubre
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! ; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Mateo 16:23
Pedro y su Señor (5)
“¡Quítate de delante de mí, Satanás!” (B)

La ardiente reconvención de Pedro al Señor Jesús –cuando este anunció Su inminente crucifixión y muerte– no estaba en conformidad con la mente de Dios. El Señor le respondió: “No pones la mira en las cosas de Dios”. Pedro había pasado completamente por alto el propósito de Dios: Su Hijo debía ser hecho sacrificio por el pecado, algo que los profetas habían declarado repetidamente en las Escrituras. Al estar ocupado en sus propias convicciones e ideas, Pedro pasó por alto lo que el Señor acababa de afirmar: Él resucitaría al tercer día (v. 21). Si hubiera escuchado y comprendido esta promesa, su perspectiva habría sido muy distinta.

Que el Señor le dijera a Pedro: “¡Quítate de delante de mí, Satanás! ; me eres tropiezo”, pone en evidencia la gravedad de lo que había hecho. Cuando dejamos de fijar nuestra atención en las cosas de Dios y nos enfocamos en las de los hombres, entonces podemos estar dándole lugar a Satanás. En ese momento, los discípulos –y en particular Pedro, como su efusivo portavoz– estaban absortos en la esperanza del reino venidero y de la liberación de Israel de sus enemigos. Lamentablemente, también estaban ocupados en disputas sobre cuál de ellos sería el mayor en ese reino; sus pensamientos giraban en torno a sí mismos y no en torno a Cristo (véase Lc. 24:24, 27). Este egocentrismo carnal ofrecía a Satanás una oportunidad para tratar de frustrar los propósitos de Dios.

Lamentablemente, lo mismo ha ocurrido a lo largo de la historia de la Iglesia, y sigue ocurriendo. Con frecuencia, los cristianos mezclan sus propias aspiraciones con los planes de Dios. Agendas y partidismo político, nacionalismo, orgullo étnico y esfuerzos por reformar el mundo han sido revestidos con formas cristianas. Satanás se vale de estas cosas para desviar la mirada de Cristo y frustrar los propósitos de Dios. Sin embargo, los propósitos del Dios soberano y altísimo siempre prevalecerán.

Brian Reynolds