El Señor está cerca: Domingo 18 Octubre
Domingo
18
Octubre
El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios.
Salmo 50:23
El camino correcto (20)
El Señor Jesús honró a Dios de la manera correcta

El camino correcto comienza por dar a Dios el lugar que le corresponde, y por hacer lo que es correcto tanto ante él como ante los hombres. El apóstol Pablo exhorta a todos los cristianos a elevar rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, especialmente por quienes ejercen autoridad en la sociedad. ¿Con qué fin? Para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y honestidad (véase 1 Ti. 2:1-2). Al rendirle a Dios lo que le pertenece y al mantener el equilibrio entre honrar a las autoridades y vivir una vida de oración, lo estamos incluyendo en cada aspecto de nuestra vida.

Como hombres y mujeres cristianos (véase 1 Ti. 2:8-10), estamos llamados a representarlo en este mundo. Por nosotros mismos no tenemos fuerza –como dijo el Señor Jesús: “Separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). Pero cuando encaminamos nuestra vida según la voluntad de Dios, disfrutamos de su presencia y recibimos ayuda desde lo alto.

Hay, sin embargo, una excepción única a esta regla: nuestro Señor Jesucristo. Él, siendo perfectamente obediente y amoroso, experimentó lo opuesto a lo que dice el versículo de hoy. A pesar de haber honrado a Dios en todo, fue desamparado por él en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Sal. 22:1). Por medio del Espíritu, proféticamente, el Señor expresó así la profundidad de ese sufrimiento: “Él debilitó mi fuerza en el camino; acortó mis días” (Sal. 102:23).

Aunque vivió siempre en perfecta comunión y dependencia de su Padre, fue desamparado por el Dios santo y justo cuando cargó con nuestros pecados (véase 2 Co. 5:21). En ese momento no recibió ningún socorro divino, porque estaba pagando nuestra deuda como nuestro Sustituto, recibiendo en su cuerpo la ira que nosotros merecíamos. ¿Podremos alguna vez agradecerle lo suficiente en acción de gracias y adoración?

Alfred E. Bouter