El Señor está cerca: Martes 22 Septiembre
Martes
22
Septiembre
En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos los que en él esperan.
Salmo 18:30
El camino correcto (18)
Perfecto, comprobado y seguro

El Salmo 18 guarda un estrecho paralelismo con la revisión que David hace de los tratos de Dios para con él, vistos históricamente (véase 2 S. 22). Destaca la intervención de Dios en su vida, pero el salmo lo hace desde el lado de la oración y la alabanza. El versículo 2 resume siete cualidades excelsas que David había descubierto en su Dios, fruto de la profunda comunión que había disfrutado con él.

David podía afirmar con confianza: “En cuanto a Dios, perfecto es su camino”. Es decir, intachable, sin defecto alguno. También dijo: “[Él] despeja mi camino” (2 S. 22:33). Esta afirmación no implica una vida exenta de pruebas o sufrimientos; al contrario, reconoce que Dios utiliza precisamente las dificultades para formar nuestro carácter y conducirnos a la perfección. Esta no es una perfección sin pecado, como algunos enseñan que puede alcanzarse aquí en la tierra, algo que el apóstol Pablo niega claramente en Filipenses 3:12.

Dios trata de forma perfecta con los suyos, tanto ahora con nosotros como con su pueblo Israel en el futuro. Este camino está comprobado y confirmado por su Palabra, la cual es “como plata refinada en horno… purificada siete veces” (Sal. 12:6). No puede mejorarse, siempre es confiable y sus resultados son seguros. ¡Qué admirable es nuestro Dios, cuyo camino es perfecto y cuya Palabra permanece firme ante toda prueba!

Para aquellos que confían en él, Dios es escudo y refugio seguro. Él protege, defiende y sostiene. “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad” (Sal. 91:4). Este es también el camino de la sabiduría: “Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar” (Pr. 4:11). “Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían” (Nah. 1:7). ¡Alabado sea por siempre Aquel que da cantos en la noche!

Alfred E. Bouter