El Señor está cerca: Miércoles 2 Septiembre
Miércoles
2
Septiembre
Sean de un mismo sentir en el Señor.
Filipenses 4:2
Un mismo sentir en el Señor

Nada es más doloroso para el corazón del creyente –y más dañino para el testimonio del Señor Jesús– que las divisiones entre el pueblo de Dios. En Filipenses 2:3 leemos: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”. El apóstol Pablo señala con claridad la raíz de toda envidia y contienda: la vanagloria, es decir, la ambición egoísta y el deseo de exaltarse a uno mismo. Incluso los apóstoles contendieron entre sí, aun estando en la misma presencia del Señor, porque cada uno deseaba ser considerado como el más importante (véase Lc. 22:24). De igual manera, muchas de las divisiones y conflictos actuales entre los creyentes pueden rastrearse hasta esta misma raíz: cada uno queriendo ser grande.

Quien busca ser grande inevitablemente caerá en la envidia. Envidia a quien es considerado más espiritual, más sabio o más dotado que él. Esa envidia engendra malicia, y la malicia pronto da lugar a la contienda. “Si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Stg. 3:14-16).

Entonces, ¿cómo podemos llegar a ser “de un mismo sentir en el Señor”? El apóstol responde con firmeza: “Con actitud humilde” (Fil. 2:3 NBLA). Esto queda definido en Filipenses 2:5: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Él, siendo Dios, se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, para servir con amor. Su actitud estuvo caracterizada por la humildad, humillándose a sí mismo para servir por amor. El “yo” busca ser servido y cree que gana valor cuando otros lo exaltan. El amor verdadero, en cambio, se deleita en servir.

Si cada uno de nosotros se olvida del “yo”, negándose a buscar reputación o que otros’nos sigan’, y se entrega al servicio de los demás en el amor de Cristo, guiado por Su actitud humilde, entonces será posible ser “de un mismo sentir en el Señor”.

Hamilton Smith