El Señor está cerca: Miércoles 17 Junio
Miércoles
17
Junio
Si él te dijere: No te dejaré; porque te ama a ti y a tu casa, y porque le va bien contigo; entonces tomarás una lesna, y horadarás su oreja contra la puerta, y será tu siervo para siempre.
Deuteronomio 15:16-17
¡No me alejaré de Ti!

Tras siete años de servicio, un esclavo tenía derecho a su libertad. Sin embargo, este pasaje da instrucciones sobre qué hacer si un esclavo deseaba quedarse en casa de su amo. Por supuesto, esto nos habla del Siervo perfecto, quien dijo claramente: “Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre” (Éx. 21:5). Pero la forma en que se expresa en Deuteronomio: “Porque te ama a ti y a tu casa, y porque le va bien contigo”, nos lleva a una meditación personal.

Hemos sido comprados a gran precio y ahora somos esclavos de Cristo; no por un tiempo limitado, sino para siempre. ¡Somos suyos! Pero entonces surge una pregunta clave: ¿He gustado que el Señor es bueno? (véase 1 P. 2:3).

Debemos preguntarnos: ¿sigo prefiriendo mis propios caminos? ¿He comprobado que esos caminos son amargos? ¿Creo, aunque no lo diga en voz alta, que el Señor es “hombre severo”? (Lc. 19:21). Si pienso así, aún no conozco realmente quién es él, pues dijo: “Mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mt. 11:30). ¿He gustado que el Señor es bueno?

Somos suyos para siempre, pero él anhela que experimentemos su benignidad y que respondamos por amor, diciendo: «Señor, no quiero alejarme de ti, quiero quedarme contigo». Él quiere ver en nosotros este compromiso de corazón cada día. De hecho, él es quien refresca nuestra alma y nos fortalece con su amor. Entonces, con nuestro corazón rebosando de su amor, podremos decir: «Señor, ¿qué quieres que haga hoy?»

“Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles” (Lc. 12:37).

Alexandre Leclerc