El Señor está cerca: Viernes 17 Abril
Viernes
17
Abril
Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia… Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.
Daniel 2:48-49
Compartir con nuestros hermanos

Luego de ser recompensado y engrandecido, Daniel no se olvidó de quienes estuvieron con él en la reunión de oración, pues compartió todo con ellos.

Verdaderamente, Daniel fue un creyente extraordinario. Su carácter tiene algo verdaderamente encantador que nos recuerda al apóstol Pablo. Ni en Daniel ni en Pablo había rastro de mezquindad. ¡Qué pequeños somos en comparación! Con cuánta frecuencia mostramos una miserable mezquindad y egoísmo. Hemos sido llamados a disfrutar la plenitud de las cosas de Dios, ¡y es sumamente importante que compartamos estas bendiciones con otros!

Daniel era un hombre de oración y alabanza que prosperó al compartir con sus hermanos todo lo que recibía (véase también Dn. 6:28). Este es el secreto de un creyente próspero. Si tengo luz, no es solo para mí, sino también para los demás. Somos simples recipientes en los que Dios deposita su luz; por lo tanto, ya sea el evangelio o la verdad relacionada con la Iglesia, tenemos la responsabilidad de compartirla y transmitirla.

Creo que la verdad que usted y yo podamos adquirir, si no la utilizamos y compartimos, pronto se marchitará en nuestras propias almas. Nos convertiremos en víctimas de la sequedad espiritual. Muchos de los amados hijos de Dios sufren esta condición: adquieren la verdad, pero nadie más se beneficia de ella.

¿Por qué sucede esto? Porque están tan absortos en sí mismos, tan ensimismados, que no tienen tiempo ni disposición para pensar en los demás. Retienen, pero al final pierden, pues aquello que deberían haber compartido se marchita en sus manos. Daniel nos deja una hermosa lección en este aspecto.

W. T. P. Wolston