El Señor está cerca: Jueves 5 Marzo
Jueves
5
Marzo
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.
Salmo 1:1-2
El Hombre bienaventurado: nuestro Señor Jesucristo

Este hombre bienaventurado es una imagen de nuestro Señor Jesucristo. Al observar su caminar en la tierra, vemos al Hombre perfecto, consagrado a Dios y apartado de los pecadores. Él dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Jn. 4:34). Nada lo desvió de ese propósito divino. En su bautismo en el Jordán, Jesús recibió la aprobación pública del Padre cuando los cielos se abrieron y se oyó la voz: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17).

Él se deleitaba en la Ley de Dios. Cuando fue tentado por el diablo en el desierto, él respondió: “Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). ¿Amamos la Palabra de Dios? ¿Podemos decir con sinceridad: “En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras” (Sal. 119:15-16)?

En los versículos siguientes, el salmista describe a un árbol que da fruto, cuyas hojas siempre están verdes y frescas, extrayendo su fuerza de las profundidades del río (v. 3). El Señor Jesús es nuestro ejemplo perfecto: en todo momento glorificó a Dios. Él es también la Vid verdadera, y nosotros, los pámpanos que damos fruto al permanecer en él (Jn. 15:5).

Los Salmos han sido siempre un consuelo para el pueblo de Dios. En estos versículos del Salmo 1, encontramos una imagen de Jesús como el Hombre bienaventurado, así como del creyente que sigue sus caminos y se deleita en su Palabra. También vislumbramos el futuro de un Israel redimido: “Vástago de mi plantío, obra de mis manos, para que yo me glorifique” (Is. 60:21 NBLA).

Jacob Redekop