El Salmo 2 es citado en el Nuevo Testamento, específicamente en Hechos 4:25-26, con una diferencia notable. En el Salmo 2 leemos: “¿Por qué se amotinan las gentes?”, mientras que en Hechos 4 dice: “¿Por qué se amotinaron las naciones?” (comp. RVA-2015 y NBLA). El escritor inspirado de este salmo expresaba lo que observaba en su tiempo: el rechazo al Señor. En Hechos 4, los discípulos testificaban acerca de los acontecimientos recientes que habían presenciado: los sumos sacerdotes y ancianos judíos, junto con los gobernantes gentiles, se habían confabulado para crucificar al Ungido del Señor. Para ellos, el Salmo 2 se había cumplido en su generación.

Los discípulos se convirtieron en intrépidos seguidores del Mesías despreciado. Cuando fueron arrestados y se les ordenó no hablar en nombre de Jesús, Pedro y Juan respondieron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hch. 4:19-20). Luego oraron, pidiendo valentía para seguir predicando la Palabra con fe.

Hoy, aunque han pasado muchos siglos, seguimos viviendo en la misma época que aquellos discípulos. Ellos estaban al inicio de la época cristiana, en la que Cristo se ha ido de la tierra al cielo; nosotros nos encontramos cerca del final. Sin embargo, nuestra responsabilidad sigue siendo la misma: predicar fielmente la Palabra mientras esperamos que el Señor nos lleve al cielo. Después, se cumplirá la visión profética del Salmo 2, que describe el estado moral de las naciones en los últimos días. Entonces, estaremos con Cristo cuando venga a establecer su reino de paz.