En algún momento de la vida, todos enfrentamos sentimientos de insuficiencia. Sin embargo, a través del Espíritu Santo, tenemos el poder para superarlos. Al igual que muchos creyentes antes que nosotros, quienes, a pesar de sus limitaciones, fueron usados por Dios, también podemos convertir la insuficiencia en victoria.
1. Reconozca su debilidad. Imagine que un vecino se acerca a usted con el corazón angustiado. Su hermana está enfrentando una enfermedad terminal y, entre lágrimas, le confiesa sus temores sobre la muerte. En ese momento, siente claramente el llamado de Dios para compartirle el mensaje de la gracia salvadora, pero la inseguridad lo paraliza. Es natural sentirse inseguro, pero seguir la dirección de Dios comienza con reconocer esa debilidad –por ejemplo, orando así: «Señor, no me siento capaz de hablarle de ti a mi vecino».
2. Ore por fortaleza. Dígale a Dios: «Padre, sé que esto es lo que tú quieres que haga, así que confío en que serás fiel a tu Palabra. Prometiste hacerme idóneo en Cristo Jesús». El Señor asume la responsabilidad de capacitarlo, dándole las palabras, la actitud y el espíritu correcto para transmitir su mensaje.
3. Actúe con fe. Dé un paso que lo acerque a la oportunidad que Dios le ha dado, permitiéndole experimentar su poder y capacidad cuando confía en él.
Permita que el Señor transforme su insuficiencia en victoria. Él se complace en obrar en la vida de sus hijos. La clave está en mirar más allá de nuestras limitaciones y descansar en la plena suficiencia de Jesucristo. Solo así podremos vivir con gozo y confianza, incluso cuando somos conscientes de nuestras falencias personales.