Es de temer que la mayoría de nosotros apenas hemos comprendido la profundidad real, el significado y poder de palabras como estas. Las leemos y oímos, pero no las hacemos nuestras ni las aplicamos a nuestras vidas. Cuán poco experimentamos la bendita verdad de que nuestro Padre se interesa por todas nuestras preocupaciones y pesares, por pequeños que sean, y que podemos acudir a él en cada necesidad y dificultad, por pequeña que nos parezca.
Solemos pensar que estas cosas son demasiado insignificantes para el Todopoderoso que habita la eternidad. Este es un grave error que nos priva de incontables bendiciones. Recordemos siempre que para nuestro Dios no existe distinción entre lo grande y lo pequeño. Todo tiene igual valor para Aquel que sostiene el vasto universo por la palabra de su poder y que cuida hasta del gorrión que cae en tierra. Para él, crear un mundo es tan sencillo como alimentar a una viuda necesitada. La grandeza de su poder, la majestad moral de su gobierno y la delicadeza de su tierno cuidado despiertan la admiración y la adoración de nuestros corazones.
Lector cristiano, haga suyas todas estas verdades. Viva más cerca de Dios en su día a día. Confíe más en él. Búsquelo más. Acuda a él ante cada necesidad y nunca tendrá que exponer sus carencias a ningún mortal.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. ¡Qué fuente! “Dios”. ¡Qué estándar! “Sus riquezas en gloria”. ¡Qué canal! “Cristo Jesús”. Es el privilegio de la fe poner todas las necesidades a la luz de sus riquezas, y perder de vista las primeras en presencia de las últimas. Su inagotable tesoro está abierto de par en par para usted con todo el amor de su corazón; acérquese y tome de él con fe sencilla.