Las semillas requieren un riego constante para germinar, echar raíces y convertirse en plantas fructíferas. Según 1 Corintios 3, Dios es quien produce el crecimiento, mientras que predicar y enseñar –plantar y regar– es responsabilidad de sus seguidores. En Mateo 13, la tierra fértil representa a quienes no solo escuchan el mensaje, sino que también lo comprenden.
Esta verdad destaca la gran responsabilidad de quienes predican y enseñan la Palabra de Dios. Se debe presentar el evangelio con claridad y respaldarlo con una enseñanza que explique los temas fundamentales de la Biblia. Si bien podemos deleitarnos con los matices y las fascinantes conexiones entre los pasajes bíblicos –pues la lectura de la Biblia siempre enriquecerá nuestras almas–, la verdadera necesidad radica en comprender los principios bíblicos. Sin esta comprensión, no lograremos el profundo crecimiento espiritual que tanto anhelamos.
¿Qué nos revela Dios sobre la humanidad y sobre nosotros mismos? ¿Qué se alcanzó mediante la vida, muerte y resurrección de Jesucristo? ¿Cuál es el significado de su glorificación en el cielo? ¿Qué implican la justificación, la santificación y la redención? ¿Quién es el Espíritu Santo y por qué es esencial para los creyentes? ¿Qué demanda la vida de fe? ¿De qué manera estas y otras verdades fundamentales influyen en nuestras decisiones y conducta diarias?
Al acercarnos a la Palabra de Dios, hagámoslo con un deseo sincero de comprenderla y compartir su enseñanza con otros. Dios desea que crezcamos en el conocimiento de su verdad y que ayudemos a otros a hacerlo también.