Génesis 24 es uno de los capítulos más largos y fascinantes del libro de Génesis. En él vemos a Eliezer, el fiel siervo y administrador de la casa de Abraham, quien nació en Damasco (Gn. 15:2). Bajo un solemne juramento, fue enviado a Harán con una misión crucial: encontrar entre los parientes de su amo una esposa adecuada para Isaac, su único hijo y heredero. Este capítulo está lleno de detalles hermosos y lecciones valiosas para todos los creyentes, especialmente para aquellos que desean casarse “en el Señor”. Que podamos aprender de este siervo a confiar en Dios y comprometernos con sus propósitos. ¡Cuánta alegría hay cuando experimentamos su ayuda y dirección!

Si deseamos recibir esa ayuda, primero es necesario estar “en el camino”, alineados con los pensamientos de Dios y comprometidos con los intereses de su pueblo. Al igual que Eliezer, nosotros también podemos experimentar la ayuda de Dios. Eliezer pudo testificar: “[El] Señor… me había guiado por camino verdadero (correcto) para tomar la hija del pariente de mi señor para su hijo” (Gn. 24:48 NBLA).

Toda la gloria es para Dios, de quien proceden todas las cosas maravillosas, como las que experimentó Eliezer… y muchos creyentes desde entonces. Es hermoso leer cómo el Señor prosperó el camino de su siervo. Igualmente notable fue la actitud diligente y encantadora de Rebeca. Finalmente, el siervo destacó la misericordia, la bondad amorosa y la fidelidad de Dios al guiar su camino. Este era un camino de verdad –siempre correcto– que conduce a los resultados correctos.

Pablo también lo experimentó y lo expresó con estas palabras: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Ro. 11:33).