Amigo cristiano, usted es justificado sobre la base de la fe en Jesús y su obra; y Dios nunca pondrá en duda la obra perfecta de su Hijo, pues es solamente a través de ella que usted es justificado. Esta verdad nos otorga paz, descanso, gozo y placer en la presencia de nuestro Señor.

Que Dios le dé, amigo mío, este descanso; y si, como en nuestro ejemplo, las aves de rapiña, que representan las dudas e insinuaciones del diablo, descienden sobre el sacrificio, haga como Abram, que “las ahuyentaba”. No deje que nada se interponga entre su alma y la preciosa obra que el Señor Jesucristo realizó en la cruz. Ahuyente esas aves –es decir, las dudas, los temores y las incertidumbres– que surgen en el corazón del creyente. Si es acosado por estas cosas, siga el ejemplo de Abram. Como dice la Escritura: “Resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Stg. 4:7).

¿Sabe usted qué simbolizan estas aves en realidad? Representan al diablo, tal como se muestra en Mateo 13. En ese capítulo, el Señor habla de las aves del cielo que comen las semillas que caen junto al camino (véase Mt. 13:3-4, 19). De esta forma, Jesús ilustra la manera en que el diablo “arrebata lo que fue sembrado” en el corazón de los pecadores, “para que no crean y se salven” (Lc. 8:12). Todo pensamiento negativo y toda duda acerca de Cristo y el valor de su obra provienen del Enemigo. Así como Abraham ahuyentó a las aves, nosotros también debemos resistir al diablo.

Que Dios le dé paz y alegría en su Hijo, y la seguridad de ser justificado por él de todas las ofensas, siendo poseedor de la “justificación de vida” (Ro. 5:18).